 
  Hic incipit habita en los intersticios: fuera del algoritmo, más allá del ego. No hay autor. No hay gurú. Solo un manual operativo de filo preciso, que se ejecuta sin figura central. La desaparición del creador es la prueba de que el sistema funciona por sí mismo.
No es un camino de fe, sino de acción. Este es el punto de partida.